La inteligencia artificial no solo genera conocimiento, también consume muchísima energía. Cada modelo, cada entrenamiento y cada consulta mueven kilovatios por todo el planeta.
1) IA = electricidad en estado puro
Los centros de datos que la hacen posible funcionan sin descanso: servidores, refrigeración, redes, almacenamiento.El entrenamiento de un modelo avanzado puede consumir la energía de cientos de hogares. Por eso, las grandes tecnológicas buscan ubicarse cerca de fuentes renovables y energía barata.
2) Impacto directo en la red eléctrica
La IA se convierte en una nueva base de carga: necesita suministro constante y de calidad. Se dispara la demanda de energía estable, almacenamiento y sistemas de refrigeración eficientes. La “electricidad digital” también necesita buena calidad: armónicos, reactiva y microcortes pueden generar fallos costosos.
3) Efectos sobre la economía global
La IA impulsa productividad aunque también eleva costes energéticos. Los países con energía limpia y asequible atraerán más inversión en IA. La energía, de nuevo, marca la competitividad global.
La revolución de la IA no solo es estratégica, on incluso de mentalidad o tecnológica. Es también eléctrica. Y su sostenibilidad dependerá de cómo gestionemos la energía que la alimenta.
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