Las instalaciones industriales modernas dependen cada vez más de equipos electrónicos sensibles. Un voltaje estable ya no basta; hace falta calidad de la energía (Power Quality) para evitar pérdidas, paradas y sobrecostes.
¿Qué entendemos por Power Quality?
– Tensión dentro de límites: variaciones ± 5 % pueden disparar alarmas o dañar convertidores.
– Distorsión armónica: la electrónica de potencia genera armónicos que recalientan transformadores y cables.
– Flicker y microcortes: pequeñas caídas de tensión que provocan reinicios en PLCs, routers y servidores.
– Desbalance de fases: en sistemas trifásicos reduce la vida de motores y eleva consumo.
– Transitorios y picos: impulsos de μs que queman fuentes y protecciones si no hay filtrado.
Costes invisibles, impacto real:
– Paradas de línea, rechazos de producto, reinicios de variadores.
– Sobrecalentamientos que aceleran la degradación de aislamientos.
– Penalizaciones contractuales cuando la planta devuelve distorsiones a red.
– Incremento del consumo: un 2 %-5 % por corriente reactiva o armónica no compensada.
Cómo se controla la calidad de la energía:
– Auditorías y monitorización: analizadores permanentes registran THD, flicker y eventos de microsegundos.
– Filtros armónicos y APQ: reactores o filtros activos que eliminan distorsión.
– Bancos de condensadores automáticos: compensan factor de potencia y estabilizan tensión.
– UPS y sistemas dinámicos de soporte: protegen cargas críticas ante transitorios o huecos.
– Diseño correcto de tierras y mallados: reduce corrientes de fuga y EMI.
Tendencia: Power Quality + Digitalización:
La industria 4.0 exige datos limpios y energía “limpia”. Plataformas con IA ya correlacionan eventos eléctricos con paradas, optimizando tanto la producción como las intervenciones de mantenimiento.
Garantizar una buena calidad de la energía es proteger la productividad, la vida útil de los activos y la sostenibilidad de la operación.
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